Dicen que los esquimales pueden distinguir hasta 30 tonos de blanco. Y es que cuando uno vive en un entorno en el que todo, o casi todo es banco es fundamental ver esas pequeñas diferencias. Con la luz blanca pasa igual.

El color tiene temperatura. La temperatura de color se mide en grados Kelvin y se refiere a las distintas tonalidades que puede tener una luz. Las más comunes son estas tres:

  • Luz cálida. Es una luz agradable para descansar, estar relajado o conversar. La luz tiene un ligero tono amarillento. Su temperatura de color está por debajo de los 3300K, aunque las más cálidas y habituales están entre 2700  y los 2800K. Es una luz que nos recuerda  a los tonos solares y el fuego.
  • Luz día o neutra. Está en un rango entre los 3300K y los 5000K. Ideal para la iluminación general. 
  • Luz fría. Desde 5000 a 6500K, siendo 6500K la temperatura de la mayoría de los tubos fluorescentes convencionales. Se trata de una luz más blanca con tendencia al azul. Es perfecta para concentrarse, trabajar o estudiar, aunque genera más fatiga.